Al principio puede resultar un poco difícil de asimilar, pero la pequeña que está "perreando" dos filas más arriba que este cronista, coreando, moviendo cabeza y vincha y agitando sus brazos, no puede tener más de cuatro o cinco años. A su lado, la mamá duda entre festejarle el chiste y aplaudir al ritmo de lo que algo así como una banda, con percusionistas, baterista, teclas y dee jay, tira como sustento al flow de uno de los latinos más reconocidos en los países de habla hispana de este lado del Atlántico. Y más allá también.
La escena, multiplicada por miles, no corresponde a ningú show infanto juvenil, sino al show que anoche dio Daddy Yankee para poco más de ocho mil personas en el Orfeo. Un verdadero fenómeno de masas que puede hoy jactarse de ser uno de los pocos en llenar el mismo recinto cordobés, con prácticamente el mismo show, tres veces en el mismo año. A esta altura del partido, en verdad, ya hay que asignarle al reguetón ese destino etario, por más que a más de una fan de treintipico (que hubo algunas) le pese.
Se hace esperar. Lo primero que hay que mencionar es la prolongada, que va, prolongadísima espera de una hora y media originados en "problemas técnicos" que si bien importaron poco y nada una vez que largó el primer tema, provocó caras largas en público y acompañantes (léase, padres, tíos, etcétera). Si bien hubo un intento de remediar la situación con el dee jay oficial del "big boss" calientando palmas y enfriando animos con remixes de Pitbull, El General, Red Hot Chili Peppers y Don Omar, al rato ni siquiera eso alcanzó para mitigar la rechifla. Mientras, en el escenario, los técnicos intentaban reparar sin demasiado éxito lo que parecía tenían que ser dos pantallas de leds que hacían de laderas de la principal.
Finalmente, a las 23 exactas Daddy apareció entre humo, ruido y, claro, el grito ensordecedor de su público. El arranque fue al hueso con Somos de calle, Prende, Noche de entierro, Mayor que yo y Pose. "Quiero saber adónde están las mujeres que saben perrear", largó tras pedir las disculpas por la demora y previo a un show de lasers que pintó el aire del Orfeo.
Lo que debía ser un respaldo en escena de tres pantallas gigantes se redujo a una sola y de a ratos parecían arrancar, pero no hubo caso y el detalle técnico pareció no importar demasiado. Impacto, el tema grabado originalmente con Fergie, es una fiel descripción de lo que provoca el puertorriqueño en sus huestes, que siguieron extasiados y fieles (con gritos finitos) a cada frase del ídolo. Daddy King. El reguetón y su autorreferencialidad se corporizan en ese tipo de gorra y anteojos que agita y agita con frases como "Oyeme", "Mi gente" y "Baby".
Tecnológicos. Antes del "Are you ready" inicial de Rompe, Raymond Ayala (es un pecado no saber el latinísimo nombre completo de la estrella) dio cuenta de que no hay por estos días nadie que entre sin su celular o cámara fotográfica a un recital y dirigió un festival de luces y flashes. "Así mi gente de Argentina, y después me mandan la foto a daddyyankee.com que yo las veo todo el tiempo". Casi solucionado el tema de las pantallas, y con su cuerpo de baile en escena, se pudo ver cómo se perrea de veras y de primera mano. Para Bailando por un sueño que no lo mira por TV. Machucando, y bailando.
Otra explosión de proporciones en el público llegó para Llamada de emergencia, pero antes Daddy demostró por qué no baila en escena: con tan solo un amague de pasos, quedó claro que como bailarín es un excelente cantante de reguetón. Excusa, además, para ceder el protaonismo a sus bailarines (tres chicas voluptuosas y cuatro tipos que parecían acróbatas) mpara un par de meneos de pelvis "con picardía", pasos que desafiaban a la gravedad e insinuaciones de strip tease. No se salvaron ni músicos ni coreutas. Todos tienen lugar al lado del jefe. "Y el que no brinca no es de Argentina". Por supuesto, no hubo nadie con los pies en el suelo.
La seguidilla de hits, de esos que giran incansables en cualquier FM de target juvenil, no pararon ni para pedir la toalla y secarse. Lo que pasó, pasó fue demoledor, pero sólo la previa de "el" hit. "Y a ella le gusta la gasolina...", tuvo exactamente el efecto combustible que producen los éxitos reconocibles desde el primer compás.
Daddy Yankee pasó por tercera vez en el mismo año y por el mismo escenario con la misión de demostrar que su popularidad alcanzaba para tamaña repetición de visitas y poner a perrear otra vez el Orfeo Superdomo. Casi como única novedad, el as de espadas más reciente que el puertorriqueño trajo bajo la manga es Grito munidal, el tema que se postula para banda de sonido oficial del próximo mundial de fútbol, y lo blandió hacia el final, previa arenga al país futbolero
Hubo misión cumplida para Daddy, a pesar de las mencionadas dificultades y con un show tan compacto como los de agosto, con una lista de temas muy similar (aunque hubo que recortar algunos temas de la lista original en función del demorado horario de comienzo). Una hora cuarenta justas después de su salida al escenario, con un solo bis y prometiendo volver "a finales de 2010, con la nueva gira", la dosis de ritmo latino estaba suministrada y stodos (la enorme mayoría chicos de 4 a 15 o 20 años) a su casa. Que entre demoras y show, todo terminó a la una menos veinte de la madrugada.