Todo comenzó en la premiere de su último filme, Los amantes, donde brilló por su ausencia. Desapareció. Gwyneth Paltrow, su pareja en la película, lo buscó dia y noche, sin éxito. Eso fue en mayo del año pasado. Unos meses después, en octubre, Joaquín Phoenix fue categórico: "No voy a actuar más. Eso ya pasó".
Ese abandono (del cine y de sí mismo) se vio acentuado con un look de barba frondosa, anteojos oscuros (que ocultan varias noches de insomnio y alcohol y pastillas) y un traje negro, más extravagante y excéntrico que glamoroso o elegante. Encima, Joaquín Phoenix no habla, no dialoga, no conversa; sólo pronuncia palabras a la mitad y meros "sí" o "no", como un niño enojado.
La nueva "etapa" del famoso actor se completa con su inesperada incursión en el rap, motivo de ridículo y peleas con el público, como demostró en una reciente presentación en Miami, donde terminó abalanzándose sobre la gente para tirar trompadas a diestra y siniestra y acabar disculpándose.
Tim Burguess, líder del grupo británico The Charlatans, con quien Phoenix prepara su primer disco, dice no entender nada. Por lo pronto, hace meses que el protagonista de Johnny & June, pasión y locura, no aparece por ningún lado. Algunos dicen que está mal, muy mal. Otros que no es tan así. Que todo podría ser una pose, una gran jugada maestra, en la que también estaría inmerso Casey Affleck (director y hermano de Ben), quien prepara un documental de Phoenix para el año que viene.
En ese caso, el cambio de personalidad no sería más que una burla, un personaje más que se suma a la larga y atractiva lista de personajes que el actor encarnó. Por eso habrá que esperar, y ver mientras tanto al Phoenix de antes (el afeitado, pulcro y rozagante) en sus viejas películas, aquellas historias donde por más que el tiempo pase, todo sigue siendo igual y perfecto, como siempre debió ser.