Si uno se pone a pensar en cuántas cosas hay que tener en cuenta para hacer una puesta en valor y actualización de fondo para un edificio histórico como el Teatro del Libertador, no se empezaría jamás.
PRIMER PLANO. El renacimiento del Teatro del Libertador
Reacomodar nueve cuerpos estables numerosos, personal administrativo y jerárquico (entre ambos ítems, son más de 570 personas), seminarios con profesores y alumnos; consultar a cada uno de los organismos para hacer el mejor trabajo posible (en áreas sensibles como, por ejemplo, la acústica de la sala, que la distingue); reprogramar las funciones durante los 15 meses que vienen; todo esto parece una tarea imposible.
Pero mañana cae el telón y se cierran las puertas del edificio más emblemático de la cultura cordobesa para empezar una tarea contrarreloj, con fecha de vencimiento: en marzo de 2019 tiene que estar listo para el Congreso de la Lengua.
En realidad, el proyecto de refacción integral es anterior al anuncio del evento que traerá a Córdoba desde al rey de España para abajo; pero, al ser convocados, los responsables asignados al mantenimiento del teatro decidieron no hacer una lavada de cara más, sino una tarea profunda y a conciencia, sopesando la historia de un lugar concebido en el siglo 19 y su funcionamiento en el siglo 21.
Todo eso implica un trabajo extraordinario, un presupuesto de 450 millones de pesos (arreglar el teatro Colón costó, hace poco menos de una década, 350 millones de pesos), un entramado entre distintas áreas de la función pública (parece mentira, pero muchas veces es más difícil coordinar entre dos ministerios de un mismo gobierno que con otras instituciones), superar las primeras resistencias internas y cierta desconfianza, y pelear –por ejemplo– con la ausencia de planos para un edificio de 127 años de historia.
Nuestro Primer plano de hoy está dedicado a contar cuál es el ambicioso masterplan que los especialistas han pensado para refuncionalizar el Libertador. Y que ya empezó a correr.