Expansivo hacia la paternidad, la tierra y el agua, el consagratorio Gran Rex, los géneros diversos, los invitados, el rock, la producción, la ecología. A todo eso se adapta Lisandro Aristimuño en su actual estado "anfibio", aquel que definió de manera oportuna su quinto disco Mundo anfibio (2012), un trabajo conceptual ya desde la tapa a lo Jardín de las delicias a cargo de Gabriel Sainz: una alegoría de Buenos Aires, sus inundaciones, subtes y trenes trágicos, los oficinistas de microcentro y las humaredas de fábricas insalubres.
La sensación, en letras que mencionan a elefantes, ventarrones, rayos de luz, lagos y auroras boreales, era que Aristimuño se proyectaba al exterior, al mundo y la naturaleza, incluso hacia el cosmos: Mundo anfibio es el testimonio de un artista asentado que lo atestigua todo desde afuera y no desde el interior de una habitación despojada y enfebrecida, como sucedía en el iniciático Azules turquesas.
Aristimuño llega a Córdoba para seguir tocando ese disco a un año de cumplir 10 años de carrera, una que ha alcanzado visos consagratorios después de dos Gran Rex colmados (su gira actual cerrará con uno más) y el compartir escenarios con figuras del rock como Fito Paéz, Fernando Ruiz Diaz e Hilda Lizarazu (esta última participó en Mundo anfibio junto a Ricardo Mollo, Diego Frenkel y Boom Boom Kid). Y esa es también otra expansión anfibia de Aristimuño, quien sugiere tanto un vínculo con el rock argentino "clásico" como con el indie y las nuevas generaciones, así como revisa géneros y rumbos diversos y desprejuiciados: Elefantes, Por donde vayan tus pies y Traje de Dios tienen a Spinetta y Páez como astros rectores, el coqueteo con la electrónica despunta en Cien pájaros (una canción de cuna con ecos de Mañana en el abasto), hay world music de estilo personal en Igual que ayer, el folk actualizado vuelve en How long y el exotismo gélido y extraterrestre a lo Björk y su Vespertine cautiva en Aurora boreal.
Por supuesto, toda esa exploración hacia afuera no es más que una zambullida profunda hacia adentro, hacia esa ciudad y esa naturaleza y ese cosmos llamado Lisandro Aristimuño. “Para mí la existencia del ser humano en la tierra me parece muy importante. Y la naturaleza también. Siempre busqué eso como eje de mi composición, y siempre me hago las preguntas ‘de dónde venimos’, ‘hacia dónde vamos’”, reconoce.
Y conecta esos interrogantes existenciales con el temor ecológico: "Le presto atención a las cosas naturales, intento cuidarlas y concientizar al que me escucha de que lo haga. Mis primeros discos hablaban más de mi lugar de origen, de Viedma, Río Negro, la Patagonia, sobre aquello que a mí me gustaba observar de chico, las montañas, los árboles, el río. Con Mundo anfibio pasó en cambio que yo estaba viviendo hacía casi diez años en Buenos Aires, y encontré algo positivo para decir sobre la ciudad a partir de la observación de lo que pasa cada día, de la doble vida, 'anfibio' significa eso".
–¿Qué observaste?
–La mutación del hombre con la tecnología, o eso de tener un trabajo que te da plata y otro de disfrute, como ser oficinista y pintor, y no poder lograr un objetivo. También nació mi hija. Observé una panza y fue un choque fuerte saber que mi hija estaba adentro de un huevo con agua. Eso también fue un disparador. Quise contarle cómo es la ciudad y el lugar donde va a nacer, detallarle para cuando sea grande lo que ocurría en el momento. En ese sentido, el disco es como un diario.
–La pintura de la tapa es explícita con respecto a ese fresco biológico-social.
–La tapa es una especie de advertencia de lo que puede pasar si seguimos así, con el calentamiento global, las inundaciones. Me imaginé a la gente volviendo al agua, salimos del agua y volvemos al agua. Y también a la gente con su computadora o celular, cuestiones que se han naturalizado. En su momento era una locura andar hablando por teléfono en la calle. La tapa juega con eso, muestra a un tipo con el celular que se va metiendo adentro del agua, dentro de su oficina acuática.
Icono del rock
–¿Cuál es tu vínculo con el rock?
– Hace poco leí una entrevista a Charly, en la que decía algo así como "Yo no quiero ser rockero". Y me pareció interesante que un tipo de esa talla lo diga. La nueva camada de músicos que trabajamos en la calle y que tocamos en los bares, en los teatros, estamos cansados de los estereotipos: el rockero, el tecno, el pop. Eso ya fue. Ahora lo lindo es que cualquiera puede agarrar cualquier estilo. Yo a Mollo no lo veo en término "icono del rock", él hizo una canción de cuna hace poco para un compilado que sacamos con una cooperativa para un comedor, solo con una guitarra acústica, en la que suena como Nick Drake. Y eso también es rock. El rock tiene sangre, algo serio, algo de verdad, que puede llegar. Ya no hay más esa pelea berreta que para mí lo armaban las compañías, esas guerras tipo Sumo contra Soda. El que dice eso ahora queda como un ridículo. Las cosas están cambiando y eso es maravilloso.
–Vas a cerrar la gira en el Teatro Gran Rex. ¿Pensás ya en un Luna Park?
– No, no me gusta cómo suena. Prefiero lugares que suenen bien. El Luna Park es una cancha de boxeo. No está hecho para la música. El Teatro Círculo de Rosario me parece lindo, El Ateneo acá en Buenos Aires, el Teatro Independencia en Mendoza. Son lugares hechos para la música. También el estadio de fútbol es raro. Me ha pasado de ir a ver bandas que no se escuchan, al final terminás escuchando a los 17 tipo que tenés alrededor.
–¿Cómo te influyó el nacimiento de tu hija?
–Intento poder equilibrar mi oficio con el estar con ella. Yo estoy todo el día trabajando, no con la guitarra sino en reuniones, con la computadora, es como si fuera un albañil que tiene que ir a ver la pintura, los ladrillos, si lo cagaron con la guita. Los hijos te hacen poner los pies en la tierra, te dan ganas de seguir viviendo, de no hacer cagadas, de no boludear, de hacer las cosas bien. Antes era más inocente. En eso cambié.
El show. Lisandro Aristimuño presenta Mundo anfibio este sábado a las 22 en Quality Espacio (Av. Cruz Roja 200). Anticipadas de a en Autoentrada y boleterías.